Antonio Nieto Director de El Global | domingo, 04 de febrero de 2018 h |

El necesario ejercicio de analizar lo acontecido en 2017 nos trae una nueva edición del Anuario de la Sanidad y el Medicamento. Una publicación que ya se puede considerar un clásico del sector sanitario. Un sector en el que la Agencia Europea de Medicamentos ha tenido un claro protagonismo a lo largo del año. La posibilidad de que España acogiera la sede de la EMA nos ilusionó a todos y nos desencantó prácticamente con la misma intensidad cuando conocimos que sería Ámsterdam y no Barcelona la ciudad elegida. El hecho en sí de no acoger la EMA es lo que quedará en los anales de la historia. Una decepción grande que dejaba a la Ciudad Condal sin la agencia reguladora por segunda vez. 25 años antes, Barcelona ya perdió la batalla de la EMA con Londres. La oportunidad perdida el 20 de noviembre es de dimensiones importantes. Poder acoger la sede de la Agencia Europea de Medicamentos suponía para España significarse como el referente europeo en investigación, suponía atraer talento, inversión y desarrollo económico. Hay quien comparaba la llegada de la EMA con lo que supuso para Barcelona acoger los Juegos Olímpicos. La cuestión es que todo eso se esfumó. Todo el trabajo y la dedicación puesta en una candidatura de consenso que poco a poco fue muriendo por la pesadilla independentista. Todo el esfuerzo diplomático y la capacidad negociadora española en Europa no sirvieron para convencer a los estados miembro. La candidatura mejor valorada técnicamente y avalada por colectivos y asociaciones de pacientes y por los propios trabajadores de la EMA quedaba fuera a las primeras de cambio. La EMA se reubicará ahora en Ámsterdam, ciudad que el azar eligió en detrimento de Milán. Toca mirar con envidia cómo se desarrolla el traslado, pensando en lo que pudo ser y nunca será.

La sede de la EMA es, sin duda, uno de los principales asuntos que nos ha dejado este 2017. Un año importante para el sector en el que hemos conocido también a la nueva directora general de Cartera Básica de Servicios del SNS y Farmacia, Encarnación Cruz. Un nombramiento muy esperado por el sector y que no dejó indiferente a nadie. Tras unos primeros meses de tanteo y un verano encerrada en el Ministerio, se conocieron en septiembre las intenciones de Cruz, las líneas estratégicas de su departamento. Entre las ideas que quiere llevar a cabo en cuestiones de política farmacéutica destacan la decidida promoción de los medicamentos genéricos y biosimilares y el cambio que quiere aplicar a la manera en la que se fija el precio y reembolso de la innovación. Con el Real Decreto de Precios siempre en el horizonte y sin previsión de convertirse en una realidad parece que este año se priorizará el de Productos Sanitarios y el de Precios de Referencia. Pero la innovación ocupa y preocupa y así se ha puesto de manifiesto a lo largo de todo el año con un claro protagonismo de la medición de resultados en salud. Un asunto en el que todavía queda mucho por recorrer pero del que cada vez conocemos más iniciativas encaminadas a reconocer el valor real de la innovación.

Es necesario recorrer ese camino. La llegada de nuevo medicamentos cada vez más sofisticados y certeros hacen necesaria una revisión de las estrategias de acceso. De lo contrario, serán considerados más un problema que una solución y ahondarán en la brecha entre regiones que convierte a la falta de equidad en una realidad demasiado común en nuestro país. Son necesarias estrategias comunes, claras y de obligado cumplimiento. Planes que anticipen y ofrezcan respuestas a los nuevos retos que se plantean.

Ese trabajo tiene que estar liderado por el Ministerio de Sanidad y respaldado por el mayor consenso posible dentro de las comunidades autónomas. Y eso tendrá que hacerse desde un Consejo Interterritorial útil y con poder de decisión. Un organismo sin esa utilidad y capacidad de decisión no puede plantearse dar respuesta a las necesidades del Sistema Nacional de Salud. De ahí de la importancia de dotarle de la suficiente independencia y capacidad para convertirse en un instrumento estratégico.

El 2017 ha sido un año para sentar bases sobre las que crecer. Un año decisivo para la consolidación futura y para plantear esa necesidad de trabajo común. Para la industria farmacéutica ha sido tiempo de seguir evolucionando en su tarea dinamizadora de la economía española. De renovar la apuesta por la investigación para refrendar su papel de locomotora del desarrollo.

Para el sector de los medicamentos genéricos, el 2017 ha sido un año de transición para lo que parece será un 2018 con medidas que estimulen su renacimiento. Es cierto que es necesario poder aprovechar todo el potencial de los genéricos como herramienta de ahorro y de acceso.

Al igual que le ocurre a los medicamentos biosimilares. Un sector que necesita de medidas que aseguren que se aprovecha el enorme potencial que se les supone. Sin esas medidas, se perderá una oportunidad de oro para liberar recursos que se destinarían a la incorporación de nuevas innovaciones.

Para la farmacia, sin duda ha sido tiempo de consolidar su vertiente asistencial y de reclamar su espacio como agente sanitario de primera necesidad. Además, se ha conseguido salvar un nuevo envite liberalizador europeo a través del Test de Proporcionalidad. Y se ha conseguido como se consiguen las cosas, a través del trabajo de todos los implicados.

En este particular repaso a algunas de las cuestiones más importantes de este 2017 querría terminar hablando de la transformación que iniciamos con el número 800 de EL GLOBAL. El cambio de logo, el rediseño de las publicaciones semanales en papel y digitales no ha dejado de lado el componente innovador y de rigor del que puede presumir esta publicación desde el año de su creación hace prácticamente 18 años. Una mayoría de edad que permite mirar a la actualidad con la responsabilidad que otorgan todos estos años manteniéndonos como referente informativo.


“El 2017 ha sido un año para sentar bases sobre las que crecer. Un año decisivo para la consolidación futura y para plantear esa necesidad de trabajo común”