Rita
de la Plaza
Presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cantabria | jueves, 21 de febrero de 2019 h |

Estar en las páginas del Anuario de la Sanidad y el Medicamento es siempre un motivo de reflexión sobre lo que ha supuesto el 2018 para el Colegio de Farmacéuticos de Cantabria y comprobar si los objetivos propuestos se han cumplido o, al menos, si estamos en el buen camino.

Ha sido un año marcado por la renovación de la Junta de Gobierno, que actualmente presido y a la que he llegado desde mi anterior cargo como tesorera. Una trayectoria que me ha permitido conocer el Colegio tanto desde la vertiente profesional como desde la parte de gestión, que es sin duda el motor que propicia que lo demás funcione. El representar a los farmacéuticos de Cantabria es un compromiso que he asumido con muchísimas ganas, ilusión, respeto y una gran responsabilidad; pero con la tranquilidad de saber que cuento con un equipo de compañeros, magníficos profesionales, que van a acompañarme y ser sensibles a los intereses, inquietudes y problemas de los distintos ámbitos de la profesión, los cuales defienden a través de las diferentes vocalías.

La renovación de la Junta ha supuesto la posibilidad de llenar el Colegio de Cantabria de juventud, inquietudes y de nuevas ideas, pero manteniendo la misma esencia como Farmacéuticos. Es un reflejo de la sociedad que estamos viviendo, con cambios propios de las nuevas generaciones, que nos afectan a todos, dónde la información, la transparencia, la visibilidad, las nuevas tecnologías y la comunicación son protagonistas.

La Farmacia no es ajena a esta transformación y a ella nos vamos adaptando. Receta electrónica en mutualidades, la interoperabilidad de ésta entre las diferentes comunidades autónomas, la necesidad de una seguridad para los pacientes frente a falsificaciones implementando el Sistema Español de Verificación de Medicamentos, la conexión de todas las farmacias de España a través de Nodofarma… Todos ellos cambios tecnológicos en los que, durante 2018, hemos trabajado y seguiremos haciéndolo tanto a nivel local desde los Colegios como a nivel nacional desde el Consejo General.

Unos cambios en los que es imprescindible hacer valer nuestra profesionalidad, que ésta y la innovación vayan siempre de la mano, teniendo presente en todo momento nuestro fin último que es preservar la salud de los ciudadanos.

Una profesionalidad y responsabilidad social, de la que los farmacéuticos estamos especialmente orgullosos, y que hemos ido construyendo con tiempo, dedicación y esfuerzo, sea cual sea el ámbito en el que estemos trabajando. En muchos casos, ofreciendo a los ciudadanos lo que nos han demandado: una mayor implicación en todo lo relacionado, no solo con su medicación, sino también con su enfermedad. Nuestras farmacias comunitarias se están transformando en farmacias más asistenciales con servicios que facilitan la adherencia a la medicación, con seguimiento farmacoterapéutico a los pacientes, con la detección precoz de ciertas patologías mediante pruebas rápidas de cribado o simplemente ofreciendo educación sanitaria para prevenir enfermedades. Una labor que desde nuestro Colegio no dudamos en apoyar, facilitando formación a nuestros colegiados o poniendo a su disposición protocolos de trabajo para que estos servicios se desarrollen, de forma generalizada, en todas las farmacias y con la calidad que los ciudadanos se merecen.

Sin olvidar, además, la importancia de presentar y defender estos servicios ante nuestras autoridades sanitarias autonómicas para conseguir el reconocimiento de los mismos, concertar algunos de ellos y permitir su continuidad en el tiempo. Y un buen aval para su reconocimiento es poner en valor todas aquellas zonas rurales de difícil acceso, dónde muchos de nuestros compañeros, además de ejercer unos servicios sanitarios impagables, realizan la labor adicional de mantener vivo el pueblo en el que están, ya que el cierre de su farmacia supondría eliminar el único contacto con el sistema sanitario que tienen sus habitantes.

Los farmacéuticos formamos parte del sistema sanitario, y los ciudadanos nos valoran como necesarios, accesibles y cercanos, pero también confían por igual en otros profesionales que cuidan de su salud. La colaboración entre profesionales sanitarios es indispensable. Todos tenemos la formación y competencias suficientes, cada uno las suyas y siempre con respeto hacia las de los demás, para dar respuesta, en equipo, a la salud del paciente, quién no es propiedad de nadie y sí el objetivo de todos. La Sanidad no es una parcela cerrada y propiedad de un único profesional, tenemos que buscar una fórmula que nos permita interrelacionarnos de una forma más activa y nada mejor que aprovechar las nuevas tecnologías o la integración que nos ha permitido la receta electrónica para potenciar esta relación.

Y bajo la premisa de nuestra profesionalidad y la necesaria colaboración con otros sanitarios no somos ajenos a la revolución tecnológica y los retos que con ella se nos plantean. Debemos aprovecharla y trabajar para proporcionar al paciente una mayor seguridad en el uso de su medicación con el sistema de verificación, pero especialmente nos tiene que permitir proporcionarle una atención sanitaria integral, siempre y cuando se impulse y llegue a ser real la colaboración entre los profesionales sanitarios que es la base para optimizar recursos y obtener el máximo valor posible de cualquier intervención sanitaria.

Los farmacéuticos sabemos cuál es el camino que debemos tomar. Lo importante es avanzar unidos, demostrar nuestra profesionalidad con responsabilidad, con optimismo e ilusión, trabajando en equipo con otros profesionales sanitarios, sumando esfuerzos y apostando por la innovación y la modernización de la FARMACIA por el bien de los ciudadanos.


“La Sanidad no es una parcela cerrada y propiedad de un único profesional, tenemos que buscar una fórmula que nos permita relacionarnos de una forma más activa”